Introducción a la filosofía moral
por James Rachels
por James Rachels
EL SUBJETIVISMO EN LA ÉTICA
3.7. La cuestión de la homosexualidad
3.7. La cuestión de la homosexualidad
Podemos concluir regresando a la disputa acerca de la homosexualidad. Si consideramos las razones pertinentes, ¿qué encontramos? El hecho más pertinente es que los homosexuales están buscando el único tipo de vida que les ofrece una oportunidad de felicidad. El sexo es un impulso particularmente fuerte —no es difícil entender por qué— y pocas personas son capaces de llevar una vida feliz sin satisfacer sus necesidades sexuales. Sin embargo, no debemos enfocar simplemente el sexo. Más de un escritor gay ha dicho que la homosexualidad no es acerca de con quién tienes relaciones sexuales; es acerca de quién te enamoras. Una vida buena, para los gays y las lesbianas, así como para todos los demás, puede significar unirse con alguien a quien se ama, con todo lo que esto implica. Además, las personas no eligen sus orientaciones sexuales; tanto homosexuales como heterosexuales descubren que son lo que son sin haber tenido ninguna opción en ello.
Así, decir que la gente no debería expresar su homosexualidad es, la mayoría de las veces, condenarlas a una vida infeliz. Si pudiera mostrarse que los gays y las lesbianas representan algún tipo de amenaza al resto de la sociedad, eso sería un argumento poderoso para el otro lado, y de hecho, la gente que comparte la visión de Falwell ha dicho, confrecuencia, precisamente esto. Pero cuando se les examina desapasionadamente, siempre ha resultado que esas afirmaciones no tienen ninguna base fáctica. Aparte de la naturaleza de sus relaciones sexuales, no hay ninguna diferencia entre homosexuales y heterosexuales en sus caracteres morales o en su contribución a la sociedad. La idea de que los homosexuales son, de alguna manera, personajes siniestros, resulta un mito muy semejante al de que los negros son perezosos o de que los judíos son avaros. Los argumentos contra la homosexualidad se reducen a la conocida afirmación de que es contra natura, o a la afirmación (que con frecuencia hacen los conservadores religiosos) de que es una amenaza a los “valores familiares”.
En cuanto al primer argumento, es difícil saber cómo tratarlo porque la noción de algo “contrario a la naturaleza” es muy vaga. ¿Qué significa exactamente? Hay por lo menos tres posibles significados. Primero, “contra natura” podría tomarse como una noción estadística. En este sentido, una cualidad humana no es natural si no la comparte la mayoría. La homosexualidad no sería natural en este sentido, pero tampoco lo sería ser zurdo. Claramente, ésta no es una razón para decir que es mala. Por el contrario, las cualidades raras con frecuencia son buenas. Segundo, el significado de “contra natura” podría estar conectado con la idea del propósito de una cosa. Las partes de nuestros cuerpos parecen servir a propósitos particulares. El propósito de nuestros ojos es ver, y el propósito del corazón es bombear sangre. De manera similar, el propósito de nuestros genitales es la procreación: el sexo es para tener bebés. Podría argumentarse, entonces, que el sexo gay no es natural porque es una actividad sexual que está divorciada de su propósito natural. Esto parece expresar lo que muchos tienen en mente cuando objetan la homosexualidad como no natural. Sin embargo, si el sexo gay fuera condenado por esta razón, muchas otras prácticas sexuales también tendrían que ser condenadas: la masturbación, el sexo oral y hasta el sexo que las mujeres practican después de la menopausia. Serían tan “contra natura” (y supuestamente tan malas) como el sexo gay. Pero no hay razón para aceptar estas conclusiones porque toda esta línea de razonamiento es defectuosa. Se basa en el supuesto de que es incorrecto usar los miembros de nuestro cuerpo para algo distinto de sus propósitos naturales, y esto, con certeza, es falso.
El “propósito” de los ojos es ver, ¿es incorrecto, por tanto, usarlos para coquetear o para hacer una señal? Asi mismo, el “propósito” de los dedos puede ser agarrar u oprimir, ¿es incorrecto, por tanto, chasquearlos dedos para llevar el ritmo de la música? Es fácil imaginar otros ejemplos. La idea de que es incorrecto usar las cosas para cualquier otro propósito que para los “naturales” no puede sostenerse razonablemente, y por tanto falla esta versión del argumento.
Tercero, como la frase contra naturasuena como algo siniestro, podría entenderse simplemente como término de evaluación. Tal vez significa algo como “contrario a lo que una persona debe ser”. Pero si eso es lo que significa “contra natura”, entonces decir que algo es incorrecto porque no es natural sería vacuo. Sería como decir que tal o cual cosa es incorrecta porque es incorrecta. Este tipo de comentario vacío, por supuesto, no nos da ninguna razón para condenar nada. La idea de que la homosexualidad es antinatural, y de que hay algo incorrecto en ella, tiene un gran atractivo intuitivo para mucha gente. No obstante, parece que éste es un argumento poco sólido. Si no puede encontrarse un mejor entendimiento de “contra natura”, toda esta manera depensar tiene que rechazarse.
Pero, ¿qué hay de la afirmación de que la homosexualidad es contraria a los “valores familiares”, que con frecuencia hacen los fundamentalistas religiosos? Falwell y otros como él dicen a menudo que su condena a la homosexualidad forma parte de su respaldo general a “la familia”, tal como lo son sus condenas al divorcio, al aborto, a la pornografía y al adulterio. Pero, ¿cómo, exactamente, se opone la homosexualidad a los valores familiares? La campaña en favor de los derechos gays incluye una gran cantidad de propuestas planeadas para hacer más fácil que los gays y las lesbianas formen familias: hay peticiones de que se reconozcan socialmente los matrimonios entre gente del mismo sexo, en favor del derecho de adoptar niños, etc. Los activistas gays y lesbianas encuentran irónico que quienes proponenlos valores familiares quieran negarles precisamente estos derechos.
Hay otro argumento, específicamente religioso, que se debe mencionar; a saber, que la homosexualidad es condenada por la Biblia. El Levítico 18:22 nos dice: “No te acostarás con varón como con mujer: es abominación”. Algunos de sus estudiosos han dicho que, contrario a las apariencias, la Biblia no es realmente tan severa contra la homosexualidad, y explican cómo se debe interpretar cada pasaje relevante (parece haber nueve de ellos). Pero supóngase que concedemos que la Biblia realmente nos enseña que la homosexualidad es una abominación. ¿Qué podemos inferir de esto? Desde luego, los libros sagrados tienen un lugar de honor en la vida religiosa, pero hay dos problemas de depender del texto literal como guía. Un problema es práctico y el otro es teórico. El problema práctico es que los textos sagrados, especialmente los escritos hace mucho tiempo, nos dan más de lo que pedimos. No muchos han leído realmente el Levítico, pero si lo hicieron, habrán encontrado que además de la prohibición de la homosexualidad, da largas instrucciones para tratar la lepra, requisitos detallados para quemar ofrendas y una elaborada rutina para tratar con mujeres que están menstruando.
Hay un número sorprendente de reglas sobre las hijas de los sacerdotes, incluyendo una anotación que dice que si la hija de un sacerdote “prostituyéndose se profana” será quemada viva (21:9). El Levítico prohíbe comer sebo de animal (7:23), que una mujer entre a la iglesia sólo 33 días después de haber dado a luz (12:4-5) y ver desnudo a tu tío. A esto último, por cierto, también se le llama una abominación (18:14, 26). Dice que no se deben cortarlos bordes de la barba (19:27) y que podemos comprar siervos y siervas de los estados vecinos (25:44). Hay mucho más, pero esto basta para darnos una idea. El problema es que no puedes concluir que la homosexualidad es una abominación simplemente porque así se dice en el Levítico, a menos que estés dispuesto a concluir, también, que estas otras instrucciones son exigencias morales, y en el siglo XXI cualquiera que tratase de vivir de acuerdo con todas estas reglas se volvería loco. Podríamos, porsupuesto, conceder que las reglas acerca de la menstruación y demás eran características de una cultura antigua y que hoy no nos obligan a nada. Eso sería sensato. Pero si decimos eso, la puerta está abierta para decir lo mismo acerca de la regla en contra de la homosexualidad.
En todo caso, nada puede ser moralmente correcto o incorrecto simplemente porque una autoridad así lo dice. Si los preceptos de un texto sagrado no son arbitrarios, debentener alguna razón: debemos ser capaces de preguntar por qué la Biblia condena la homosexualidad y esperar una respuesta. La respuesta daría entonces la explicación real de por qué es incorrecto.
Éste es el problema “teórico” que mencioné: en la lógica del razonamiento moral, se abandona la referencia al texto y la razón del pronunciamiento (si la hay) toma su lugar.Pero aquí lo principal no es acerca de la homosexualidad. Lo principal tiene que ver con la naturaleza del pensamiento moral. El pensamiento y la conducta morales son una cuestión de sopesar razones y guiarse por ellas. Pero guiarse por la razón es algo muy diferente de seguir los sentimientos propios. Cuando tenemos sentimientos intensos, podemos vernos tentados a desdeñar la razón y obedecer nuestros sentimientos. Pero al hacer esto, estaremos abandonando completamente el pensamiento moral. Por eso, al enfocar nuestras actitudes y sentimientos, el subjetivismo ético parece ir en dirección errónea.
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